"Un viajero cargaba un saco pesado bajo el cual se esforzaba y se quejaba sin cesar. De nadie podía obtener ayuda y consuelo. Caminaba despacio, gimiendo bajo su carga, cuando se le acercó un ángel y le preguntó: "Hermano, ¿Qué llevas ahí?" Áquel respondió refunfuñando: "Mis zozobras..." El ángel sonrío compasivamente y le dijo: "Veamos tu carga y examinémos tus zozobras" Así lo hicieron, pero, he aquí el saco estaba vacío. "En verdad, dijo el viajero, había en él dos cargas demasiado pesadas para ser soportadas por mortal alguno; pero había olvidado que uno era de ayer y se fue" "¿Y, la otra...?" Preguntó el ángel. "La otra era de mañana y no ha llegado aún..." Se sonrió el ángel con infinita compasión y le dijo: "El hombre se dobla bajo el peso de las zozobras de ayer y de mañana... El que se afana sólo por las cosas de hoy no necesita saco para ellas. Si tú quieres echar a un lado esa cosa negra y dedicar todo tu valor, fuerzas y regocijo a las actuales, nunca te agobiará una verdadera desdicha". El hombre siguió su consejo y se puso en marcha. Al regresar de su destino anochecía y terminó su viaje risueño y regocijado."
¿En cuantas ocasiones por estar atrapado en el pasado o pensando en el futuro nos olvidamos del presente?
No olvidemos que solo tenemos presente... sobre el pasado nada puedo hacer ya... y sobre el futuro ni siquiera se si devendrá...
Hemos de ser conscientes del aquí y el ahora, utilizando el pasado para aprender y el fururo para activarnos, pero todo ello sin perder de vista el presente, siendo consciente de que me pasa aquí y ahora.
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