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sábado, 30 de enero de 2010

La riqueza

Es muy extendida la creencia de que la riqueza da la felicidad. Yo particularmente no estoy del todo conforme con esta afirmación. Es cierto que la riqueza, bajo determinado prisma, puede facilitar el llevar una vida desahogada y placentera, con lujos y caprichos... pero es esta felicidad. Desde un punto de vista materialista evidentemente si, pero si nos fijamos en una visión más espiritual evidentemente no es suficiente, y no solo no es suficiente si no que en ocasiones las posesiones materiales hacen que nos olvidemos de aspectos realmente importantes y fundamentales. El apego en ocasiones es una pesada losa que nos proporciona placer pero nos aisla de los demás, hace que nos volvamos egocéntricos y que solo nos veamos a nosotros mismos.

"Se cuenta que una vez un hombre muy rico fue a pedirle un consejo a un rabino.

El rabino lo tomó de la mano, lo acercó a la ventana y le dijo:


- Mira.

El rico miró por la ventana a la calle.El rabino le preguntó:

- ¿Qué ves?.

El hombre le respondió:

- Veo gente.

El rabino volvió a tomarlo de la mano y lo llevó ante un espejo y le dijo:

- ¿Qué ves ahora?.

El rico le respondió:

-"Ahora me veo yo".

-"¿Entiendes?, dijo el rabino.En la ventana hay vidrio y en el espejo hay vidrio. Pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata. Y cuando hay un poco de plata uno deja de ver gente y comienza a verse solo a sí mismo".


Si tenemos la suerte de poseer bienes materiales y podemos disfrutar de ellos, estupendo. Estamos en el derecho y deber de gozar de los mismos. Pero ojo, esto no debe ofuscarnos y volvernos ciegos a las demás cuestiones fundamentales que tiene la vida y que en definitiva nos van a proporcionar la verdadera felicidad

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