Relax

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lunes, 22 de enero de 2018

PUERTAS Y CERRADURAS



Había una vez, hace muchos años en un lejano país, un emperador que quería elegir como primer ministro a su súbdito más sabio y prudente.
Se presentaron un gran número de candidatos, de todos los confines del país.
Tras una larga serie de difíciles pruebas, tan solo quedaron tres aspirantes.
El emperador les anuncio:
“He aquí el ultimo obstáculo, el ultimo desafío. Se os encerrara a los tres en una sala. La puerta tendrá una cerradura solida y complicada. El primero que consiga salir será el elegido.”
Dos de los postulantes, que eran muy sabios, se pusieron enseguida a hacer arduos cálculos. Alineaban interminables columnas de números, trazaban complicados esquemas, diagramas herméticos…
De cuando en cuando, se levantaban, examinaban la cerradura con aire pensativo y regresaban suspirando a sus trabajos.
El tercero, sentado en una silla, meditaba sin decir nada.
De repente, se levanto, fue hacia la puerta y girando el pomo la abrió, saliendo por ella.

sábado, 20 de enero de 2018

EL JINETE



El jinete, galopando a toda velocidad, pasa como el viento.
– ¿A dónde vas tan deprisa? –Pregunta el monje zen.
No lo sé… ¡Pregúntaselo a mi caballo!
El hombre corriente no tiene gobierno de si mismo. Es el juguete de sus emociones.

jueves, 18 de enero de 2018

CAMBIO




A un discípulo que se lamentaba de sus limitaciones, le dijo el maestro; “naturalmente que eres limitado. Pero ¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles? ¿Qué es lo que ha cambiado?”
“Han cambiado mis talentos”, respondió el monje.
“No, has cambiado tú”, dijo el maestro.
“¿Y no es lo mismo?”, dijo el discípulo.
“No, tú eres lo que tú piensas que eres, cuando cambia tu forma de pensar, cambias tú”.

miércoles, 17 de enero de 2018

EL PRESENTE


Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.
* Qué más podemos decir de este sencillo cuento que ya nos explica la lección que quiere darnos. Vive el presente, si estás ansioso vives en el futuro y si te encuentras deprimido, vives en el pasado. No es tan fácil pues vivir el presente, porque pensar en aquello que nos va a pasar, nos hace sentir seguros... y salir de nuestra zona de confort... como que no suele apetecernos.

lunes, 15 de enero de 2018

CONCENTRACION Y PIEDAD

Un joven, preso de la amargura, acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro:
—Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?
—¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida? —preguntó el monje.
—Sólo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad.

El maestro llamó entonces a otro monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada que brillaba al sol.
—Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes, te cortaré la cabeza con esta espada; y si ganas se la cortaré a tu adversario.
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje. Vio su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal...
Y de repente se sintió tocado por la piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro... Iba a perder. Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.
—No hay vencedor ni vencido —dijo—, No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió:
—Dos cosas son necesarias: la concentración y la piedad. Hoy has aprendido las dos.
*Qué magnífico cuento Zen, la concentración y la piedad. En un momento, el joven olvida su propio interés y empatiza de tal manera con su contrincante en el juego del ajedrez que se ve reflejado en él.

sábado, 13 de enero de 2018

MENTE LIMPIA




Buda tenía un discípulo llamado Suddhipanthaka, al que todos conocían con el sobrenombre de “Pequeño Camino”. Era el estudiante más lento del maestro. Todos, excepto él, podían recordar sus enseñanzas. Pero si éste trataba de memorizar la primera palabra de un sutra, se le olvidaba la segunda y viceversa. El Buda le dio entonces el trabajo de limpiar los zapatos de otros discípulos, puesto que no parecía apto para hacer otra cosa.
 Después de haber limpiado zapatos por un tiempo bastante largo, “Pequeño camino” se preguntó a sí mismo: “Todos los zapatos están limpios, pero ¿está mi mente tan limpia?”.  En ese momento, su mente se liberó por completo.

*Cómo en la mayoría de las tradicionales religiones orientales mayoritarias, el gran problema es el sufrimiento que es causado por la mente. Muchas veces nos liamos en un mundo de ideas, unas se contradicen a otras y otras nos causan dolor. Es tal la importancia que le damos a las ideas, que no nos fijamos en los hechos reales.

jueves, 11 de enero de 2018

CONCIENCIA TRANQUILA




Un día dijo un maestro a sus discípulos: «Soy pobre y débil, pero vosotros tenéis la fuerza de la juventud, y yo os enseño. Por lo tanto, es vuestro deber reunir el dinero que necesito para vivir». Sus discípulos le preguntaron:
―Maestro, ¿cómo podemos hacer lo que pide de nosotros? Las gentes de esta ciudad son tan poco generosas que nuestro ruego sería inútil.
―Hijos míos –les contestó–, existe una forma de conseguir dinero, no pidiéndolo, sino cogiéndolo. En este caso, robar no sería pecado, ya que merecemos más que otros el dinero. Yo lo haría, pero me temo que soy demasiado viejo y débil.
―Nosotros somos jóvenes –dijo uno de los aprendices– y podemos hacerlo. No hay nada que no hiciéramos por usted, querido maestro. Tan sólo tiene que indicarnos cómo hacerlo y nosotros cumpliremos nuestro voto de obediencia.
―Sois jóvenes y es sencillo para vosotros, que sois varios, apropiaros de la bolsa de algún hombre rico. Así debéis hacerlo: escoged algún lugar tranquilo, aseguraos de que nadie os vea, y luego agarrad a un transeúnte y tomad su dinero. Eso sí, no lo lastiméis.
Todos los discípulos partieron a cumplir lo ordenado, pero se pararon al ver que uno permanecía quieto, callado.
El maestro miró a ese joven discípulo y dijo:
―Mis otros discípulos son valientes y desean demostrarme su amor. A ti, en cambio, poco te preocupa que tu maestro sufra.
―Perdóneme, maestro –contestó–, pero el plan que usted ha trazado me parece irrealizable. Este es el motivo de mi silencio.
―¿Por qué es irrealizable?
―Porque no existe tal lugar en el que nadie nos vea. Aun estando yo solo, mi Yo me ve. Antes cogería un plato e iría a mendigar que permitir que mi Yo me vea robando.
Tras oír estas palabras, el rostro del maestro se iluminó de gozo. Abrazó al joven y le dijo: «Me doy por dichoso si uno solo de mis discípulos ha comprendido mis palabras».
Sus otros aprendices, al entender que su maestro les había puesto a prueba, bajaron la cabeza avergonzados. Y desde aquel día, siempre que un pensamiento indigno acudía a su mente, lo expulsaban recordando las palabras de su compañero: «Mi YO me ve».
Así llegaron a ser grandes hombres, y todos ellos vivieron felices por siempre.