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martes, 18 de diciembre de 2018

PAZ INTERIOR





Cuenta la historia que hubo una vez un famoso concurso de tiro con arco.
A ellos se apuntaron los más famosos arqueros del reino,
Y muchos más, pues podía participar cualquier persona que quisiera obtener el premio del concurso.
Comenzó el concurso por la mañana muy temprano, en diferentes turnos, y hacia el mediodía habían quedado cómo elegidos, los mejores, eran cinco arqueros.
Cuatro de ellos, eran famosos y conocidos, el quinto por el contrario, era un total desconocido.
Dió comienzo la prueba, y se fueron eliminando , poco a poco, los que iban fallando.
Uno culpó al viento.
Otro al sol deslumbrador.
Otro a la flecha.
El último rompió el arco.

Fue una total sorpresa, ver qué el ganador, era el desconocido por todos.
El rey le hizo llamar para hablar con él.
Al entregarle el premio, le preguntó:
¿Quién eres tú?
¿Dónde vives?
¿Cómo es que no te conozco?
El desconocido le respondió:
"Yo Soy. "
" Vivo en La Paz."
"Y no me conoces, porque nunca has estado en la Paz."
Luego tomando el premio, le dijo:
"Reparte este premio, entre mis 4 compañeros, yo no lo necesito.
He disparado, para disfrutar como hago siempre.
Si hubiera disparado, para obtener el premio, como han hecho todos los demás, habría perdido mi paz.
Ellos han ido poniéndose nerviosos, con el temor a fallar , pensando solo en el premio.
Yo no he perdido la paz, pues no competía.
Yo solo disfrutaba disparando mi arco, desde mi paz interior.
La paz os acompañe a todos,
Yo me voy con la mía."


jueves, 29 de noviembre de 2018

LO QUE HAY...


A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra descansando: ¿Qué clase de personas hay aquí?
El anciano le pregunta: ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?
“Oh, un grupo de egoístas y malvados” replicó el joven.
“Estoy encantado de haberme ido de allí”.
A lo cual el anciano comentó: “Lo mismo habrás de encontrar aquí”.
Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:
¿Qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta: ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?
“Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado”.
“Lo mismo encontrarás tú aquí”, respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo cuál el viejo contestó:
Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí.
Aquel que encontró amigos allá podrá encontrar amigos acá.

sábado, 3 de marzo de 2018

DIALOGO ZEN





Maestro, ¿por qué vivimos angustiados, ansiosos?   Hijo, porque tenemos una mente que separa las cosas. Nos hace vivir separados de nuestros seres queridos, de nuestros companeros de trabajo, de nuestro entorno, de nosotros mismos. Eso nos hace vivir con miedo, inseguros, nos hace pelear con todo y todos en lugar de amarlos. Por eso la angustia y la ansiedad de vivir: no sabemos vivir. No sabemos integrar al mundo a nuestra vida. Mientras nuestra mente no aprenda a integrarse, viviremos con miedo, a la defensiva, agrediendo en lugar de abrazando.

sábado, 20 de enero de 2018

EL JINETE



El jinete, galopando a toda velocidad, pasa como el viento.
– ¿A dónde vas tan deprisa? –Pregunta el monje zen.
No lo sé… ¡Pregúntaselo a mi caballo!
El hombre corriente no tiene gobierno de si mismo. Es el juguete de sus emociones.

jueves, 18 de enero de 2018

CAMBIO




A un discípulo que se lamentaba de sus limitaciones, le dijo el maestro; “naturalmente que eres limitado. Pero ¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles? ¿Qué es lo que ha cambiado?”
“Han cambiado mis talentos”, respondió el monje.
“No, has cambiado tú”, dijo el maestro.
“¿Y no es lo mismo?”, dijo el discípulo.
“No, tú eres lo que tú piensas que eres, cuando cambia tu forma de pensar, cambias tú”.

miércoles, 17 de enero de 2018

EL PRESENTE


Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.
* Qué más podemos decir de este sencillo cuento que ya nos explica la lección que quiere darnos. Vive el presente, si estás ansioso vives en el futuro y si te encuentras deprimido, vives en el pasado. No es tan fácil pues vivir el presente, porque pensar en aquello que nos va a pasar, nos hace sentir seguros... y salir de nuestra zona de confort... como que no suele apetecernos.

lunes, 15 de enero de 2018

CONCENTRACION Y PIEDAD

Un joven, preso de la amargura, acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro:
—Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?
—¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida? —preguntó el monje.
—Sólo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad.

El maestro llamó entonces a otro monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada que brillaba al sol.
—Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes, te cortaré la cabeza con esta espada; y si ganas se la cortaré a tu adversario.
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje. Vio su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal...
Y de repente se sintió tocado por la piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro... Iba a perder. Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.
—No hay vencedor ni vencido —dijo—, No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió:
—Dos cosas son necesarias: la concentración y la piedad. Hoy has aprendido las dos.
*Qué magnífico cuento Zen, la concentración y la piedad. En un momento, el joven olvida su propio interés y empatiza de tal manera con su contrincante en el juego del ajedrez que se ve reflejado en él.

sábado, 13 de enero de 2018

MENTE LIMPIA




Buda tenía un discípulo llamado Suddhipanthaka, al que todos conocían con el sobrenombre de “Pequeño Camino”. Era el estudiante más lento del maestro. Todos, excepto él, podían recordar sus enseñanzas. Pero si éste trataba de memorizar la primera palabra de un sutra, se le olvidaba la segunda y viceversa. El Buda le dio entonces el trabajo de limpiar los zapatos de otros discípulos, puesto que no parecía apto para hacer otra cosa.
 Después de haber limpiado zapatos por un tiempo bastante largo, “Pequeño camino” se preguntó a sí mismo: “Todos los zapatos están limpios, pero ¿está mi mente tan limpia?”.  En ese momento, su mente se liberó por completo.

*Cómo en la mayoría de las tradicionales religiones orientales mayoritarias, el gran problema es el sufrimiento que es causado por la mente. Muchas veces nos liamos en un mundo de ideas, unas se contradicen a otras y otras nos causan dolor. Es tal la importancia que le damos a las ideas, que no nos fijamos en los hechos reales.

jueves, 11 de enero de 2018

CONCIENCIA TRANQUILA




Un día dijo un maestro a sus discípulos: «Soy pobre y débil, pero vosotros tenéis la fuerza de la juventud, y yo os enseño. Por lo tanto, es vuestro deber reunir el dinero que necesito para vivir». Sus discípulos le preguntaron:
―Maestro, ¿cómo podemos hacer lo que pide de nosotros? Las gentes de esta ciudad son tan poco generosas que nuestro ruego sería inútil.
―Hijos míos –les contestó–, existe una forma de conseguir dinero, no pidiéndolo, sino cogiéndolo. En este caso, robar no sería pecado, ya que merecemos más que otros el dinero. Yo lo haría, pero me temo que soy demasiado viejo y débil.
―Nosotros somos jóvenes –dijo uno de los aprendices– y podemos hacerlo. No hay nada que no hiciéramos por usted, querido maestro. Tan sólo tiene que indicarnos cómo hacerlo y nosotros cumpliremos nuestro voto de obediencia.
―Sois jóvenes y es sencillo para vosotros, que sois varios, apropiaros de la bolsa de algún hombre rico. Así debéis hacerlo: escoged algún lugar tranquilo, aseguraos de que nadie os vea, y luego agarrad a un transeúnte y tomad su dinero. Eso sí, no lo lastiméis.
Todos los discípulos partieron a cumplir lo ordenado, pero se pararon al ver que uno permanecía quieto, callado.
El maestro miró a ese joven discípulo y dijo:
―Mis otros discípulos son valientes y desean demostrarme su amor. A ti, en cambio, poco te preocupa que tu maestro sufra.
―Perdóneme, maestro –contestó–, pero el plan que usted ha trazado me parece irrealizable. Este es el motivo de mi silencio.
―¿Por qué es irrealizable?
―Porque no existe tal lugar en el que nadie nos vea. Aun estando yo solo, mi Yo me ve. Antes cogería un plato e iría a mendigar que permitir que mi Yo me vea robando.
Tras oír estas palabras, el rostro del maestro se iluminó de gozo. Abrazó al joven y le dijo: «Me doy por dichoso si uno solo de mis discípulos ha comprendido mis palabras».
Sus otros aprendices, al entender que su maestro les había puesto a prueba, bajaron la cabeza avergonzados. Y desde aquel día, siempre que un pensamiento indigno acudía a su mente, lo expulsaban recordando las palabras de su compañero: «Mi YO me ve».
Así llegaron a ser grandes hombres, y todos ellos vivieron felices por siempre.

jueves, 19 de enero de 2017

LA PARTIDA



Ordené que trajeran mi caballo de la caballeriza. El criado no me entendió, así que fui al establo yo mismo. Ensillé el caballo y lo monté. A la distancia oí el sonido de una trompeta y pregunté al mozo qué significaba. No sabía nada; no había oído sonido alguno. En el portón me detuvo y me pregunto: 
— ¿ A donde va, señor ?
 No sé — respondí —  sólo quiero partir, sólo nada más que partir. Solo así lograré llegar a mi meta. 
— ¿ Entonces conoce usted la meta ? — pregunto él.
— Sí — contesté —. Ya te lo he dicho. Partir es mi meta.
 ¿ No lleva provisiones ? — preguntó.
No me son necesarias — respondí —  el viaje es tan largo que moriré de hambre si no consigo alimentos por el camino. No hay provisión que pueda salvarme. Por suerte es una viaje realmente interminable.

Franz Kafka 

viernes, 6 de enero de 2017

TRES PIPAS

 
 
 
Cuenta una leyenda india que un miembro de la tribu se presentó fuera de sí ante el jefe, para hacerle saber que iba a tomar venganza contra un enemigo que lo había ofendido. Pensaba ir corriendo y matarlo sin piedad.

El jefe lo escuchó y le propuso que fuera a hacer lo que pensaba, pero que antes llenara su pipa de tabaco y la fumara a la sombra del árbol sagrado.

Así lo hizo el guerrero. Fumó bajo la copa del árbol, sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para hacerle saber que lo había pensado mejor, que entendía que era excesivo matar a su enemigo, pero que había decidido pegarle una paliza inolvidable.
 
El anciano jefe volvió a escucharlo y aprobó su decisión, pero le hizo ver que, ya que había cambiado de opinión, debería volver al mismo lugar y fumarse otra pipa.

Así lo hizo el indio. Fumó y meditó. Al terminar, regresó ante el cacique para comentarle que estimaba excesivo el castigo físico, pero que iría a afearle su conducta delante de todos para que se avergonzara.

Con bondad, fue escuchado de nuevo por el anciano y orientado para que repitiera su conducta y la meditación.

Bajo el árbol centenario, el guerrero convirtió el tabaco y el enfado en humo.

Pasado el tiempo, volvió ante el jefe para decirle que lo había pensado mejor y que había decidido acercarse a quien lo agredió y darle un abrazo:

- Así, no será mi agresor sino que recuperaré al amigo que, seguramente, se arrepentirá de lo que ha hecho.

El anciano jefe le regaló dos cargas de tabaco para que ambos fueran a fumar juntos al pie del árbol y le comentó:

- Eso quería pedirte, pero no era yo quien debía decírtelo sino tú mismo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras.
 
 

miércoles, 4 de enero de 2017

LA CARPINTERIA






Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar, ya que se pasaba todo el tiempo haciendo ruidos.

El martillo aceptó la culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo, argumentando que había que darle demasiadas vueltas para que sirviera.

El tornillo aceptó el ataque, pero exigió la expulsión de la lija. Señaló que era áspera en su trato y tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, pero exigió que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás como si él fuera perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició la tarea. Utilizó el martillo, la lija, el metro, y el tornillo. Finalmente, la tosca de madera se convirtió en un hermoso mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando el serrucho dijo: - Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso nos hace valiosos. Así que no pensemos en nuestras fallas y concentrémonos en la utilidad de nuestros méritos.

La asamblea pudo ver entonces que el martillo es fuerte, el tornillo une, la lija pule asperezas y el metro es preciso. Se vieron como un equipo capaz de producir muebles de calidad.

Esta nueva mirada los hizo sentir orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

martes, 27 de diciembre de 2016

LA BAILARINA




"Había una joven que sentía pasión por la danza y practicaba sin cesar, soñando con que un día se convertiría en una gran profesional. Cada día anhelaba tener la oportunidad de mostrar su habilidad ante alguien que pudiera cambiar su destino.

Un día se enteró de que el joven director del prestigioso ballet de un país de larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión y, llena de entusiasmo, dio varios pasos de baile en su presencia. Cuando terminó, le preguntó al director del ballet:

- ¿Qué le ha parecido? ¿Cree que tengo talento para convertirme en una estrella de la danza?

El director la miró a los ojos y le dijo:

- Lo siento, tú no tienes ningún talento para la danza.

La joven se alejó llorando y tiró sus zapatillas de baile a un cubo de basura en su camino de vuelta a casa.

Los años pasaron y aquella mujer aceptó un trabajo sencillo para poder sobrevivir. Se casó y tuvo dos hijos.

Un día, leyó en el periódico que aquel director que ella conoció años atrás había llegado con su prestigioso ballet para dar una función en su ciudad. Ella acudió entusiasmada y se emocionó al ver la belleza y elegancia con la que se movían las bailarinas. Al finalizar la función, y gracias a que conocía a uno de los empleados que trabajaba en el teatro, pudo acercarse a saludar al director.

- Buenas noches, usted no se acordará de mí, pero hace muchos años vino usted a esta misma ciudad en busca de jóvenes talentos.

- Si, me acuerdo perfectamente - contestó el director.

- Yo quería ser una gran bailarina, pero renuncié a mi sueño porque usted me dijo que no tenía talento.

- Si, eso se lo digo a todos.

- ¡Cómo que se lo dice a todos! Yo renuncié a mi carrera de bailarina porque creí lo que me decía.

- Naturalmente - replicó el director -, la experiencia me dice que al final los que triunfan son los que dan más valor a lo que ellos creen de sí mismos que a lo que otros creen de ellos."

El primer paso para que otros crean en ti y te apoyen en tus proyectos es que creas en ti mismo/a y estés dispuesto/a a apostar fuerte por ti.

lunes, 5 de diciembre de 2016

PEDRO Y EL HILO MAGICO




Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana.

Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda.
Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.
La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La anciana se la entregó.
Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.
De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.
Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.

- Fragmento tomado de "El monje que vendió su Ferrari" Robin S. Sharma-

domingo, 4 de diciembre de 2016

EL SULTAN Y SU SUEÑO






Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, ordenó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia Mi Señor! – exclamó el Sabio – cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

- ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y encargó que le dieran cien latigazos. Más tarde mandó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

- Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo Sabio: “Que todo depende de la forma como se dicen las cosas. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe la menor duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.”

jueves, 21 de enero de 2016

EL VIAJE



Un autobús lleno de turistas atraviesa una región muy bonita llena de lagos, montañas, ríos y praderas. Pero las cortinas del autobús están cerradas, y los turistas, que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento del autobús, a quién hay que aplaudir, quién es más digno de consideración… Y así siguen hasta el final del viaje.
 
El Maestro nos recuerda: ¡el viaje es el destino! Si no vives en el ahora, perderás gran parte de tu vida.

lunes, 11 de enero de 2016

EL PICADOR DE PIEDRA




Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.
Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.
Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.
Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡ Quiero ser el sol !".
Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.
Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.
Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

ESPOSAS



Un habitante de un pequeño pueblo descubrió un día que sus manos estaban aprisionadas por unas esposas. Cómo llegó a estar esposado es algo que carece de importancia. Tal vez lo esposó un policía, quizás su mujer, tal vez era esa la costumbre en aquella época. Lo importante es que de pronto se dio cuenta de que no podía utilizar libremente sus manos, de que estaba prisionero.

Durante algún tiempo forcejeó con las esposas y la cadena que las unía intentando liberarse.

Trató de sacar las manos de aquellos aros metálicos, pero todo lo que logró fueron magulladuras y heridas. Vencido y desesperado salió a las calles en busca de alguien que pudiese liberarlo. Aunque la mayoría de los que encontró le dieron consejos y algunos incluso intentaron soltarle las manos, sus esfuerzos sólo generaron mayores heridas, agravando su dolor, su pena y su aflicción. Muy pronto sus muñecas estuvieron tan inflamadas y ensangrentadas que dejó de pedir ayuda, aunque no podía soportar el constante dolor, ni tampoco su esclavitud.

Recorrió las calles desesperado hasta que, al pasar frente a la fragua de un herrero, observó cómo éste forjaba a martillazos una barra de hierro al rojo. Se detuvo un momento en la puerta mirando. Tal vez aquel hombre podría...

Cuando el herrero terminó el trabajo que estaba haciendo, levantó la vista y viendo sus esposas le dijo: "Ven amigo, yo puedo liberarte". Siguiendo sus instrucciones, el infortunado colocó las manos a ambos lados del yunque, quedando la cadena sobre él.

De un solo golpe, la cadena quedó partida. Dos golpes más y las esposas cayeron al suelo. Estaba libre, libre para caminar hacia el sol y el cielo abierto, libre para hacer todas las cosas que quisiera hacer. Podrá parecer extraño que nuestro hombre decidiese permanecer en aquella herrería, junto al carbón y al ruido. Sin embargo, eso es lo que hizo. Se quedó contemplando a su libertador. sintió hacia él una profunda reverencia y en su interior nació un enorme deseo de servir al hombre que lo había liberado tan fácilmente. Pensó que su misión era permanecer allí y trabajar. Así lo hizo, y se convirtió en un simple ayudante.

Libre de un tipo de cadenas, adoptó otras más profundas y permanentes: puso esposas a su mente. Sin embargo, había llegado allí buscando la libertad.

jueves, 22 de octubre de 2015

EL VALOR DE LAS COSAS








 





Hace mucho tiempo, un hombre rebuscando entre antiguos objetos de su desván, descubrió un pequeño arcón que guardaba una pieza de tela que perteneció a sus antepasados.

Como en su familia era constumbre usar turbante, pensó que qué mejor manera de honrar a sus ancestros que usando esa maravillosa tela para hacerse uno.

Tras varios intentos se dió cuenta que el trozo de tela no era suficiente para hacerse un turbante. Preocupado pensó “O mi cabeza es muy grande o mis antepasados tenían “poca cabeza”.

Dado el poco éxito que tuvo para hacerse el turbante, decidió sacarle partido a la pieza de tela y vender su herencia en la habitual subasta de los sábados del mercado.

Tras empezar la subasta, el hombre se dió cuenta, con creciente malestar, que el subastador iba cada vez más incrementando el precio de la tela, hablando de su belleza y maravillosa tela.

Su desasosigo llegó al límite cuando se dió cuenta que la tela había recibido una de las mayores pujas por parte de un erudito profesor muy conocido por ser una de las personas más intelectuales de la comunidad.

“Seguro que este hombre tendrá una cabeza más grande que la mía”, pensó “con lo que tampoco podrá hacerse un turbante con la tela”.

Preocupado ante la posibilidad de que el profesor le acusase de intentar engañarle con el verdadero valor de la tela, se acercó a él furtivamente y le susurró al oido: “No vale la pena comprar esa tela”. “¡Es demasiado corta para hacerse un turbante!”.

El profesor, sorprendido al escuchar tal afirmación, se giró y le dijó “¿En qué cabeza cabe que quiera hacerme un turbante con esa reliquia?”.

“Voy a enmarcar ese maravilloso tapiz y colocarlo en un lugar destacado de mi morada para tener siempre presente la leyenda que lleva bordada”:
 

Todo tiene su valor, pero hay que saber reconocerlo

miércoles, 20 de mayo de 2015

BUSQUEDAS

 

 

 


Era un pastor. De repente contó sus ovejas y se dio cuenta, alarmado, de que faltaba una de ellas. Angustiado, comenzó la búsqueda durante todo el día, hasta que sobrevino la noche, pero no pudo encontrarla. Entonces pasó por allí otro pastor y le dijo:
-Oye, ¿cómo es que llevas una oveja sobre los hombros?

Como ese pastor negligente se comporta con frecuencia el ser humano común. Porque no ha aprendido a discernir, porque no distingue entre lo real y lo ilusorio, entre el Yo y el no-yo, busca.
Pero su búsqueda es insatisfactoria, porque no busca lo que debe ni dónde debe buscar.