Cierta vez, un sabio sufí requirió a sus discípulos que le comunicasen cuáles eran las vanidades que habían tenido ellos antes de
iniciar sus estudios con él.
El primero dijo:
- Yo imaginaba ser el hombre más hermoso del mundo.
EL segundo dijo:
- Yo creí que, en mi condición de religioso, era uno de los elegidos.
El tercero dijo:
- Yo me creí capaz de enseñar.
El cuarto dijo:
- Mi vanidad fue mayor que todas ésas, pues creí que podía aprender.
El sabio observó:
- La vanidad del cuarto discípulo sigue siendo la mayor: la vanidad de mostrar que en un tiempo tuvo la máxima vanidad
El primero dijo:
- Yo imaginaba ser el hombre más hermoso del mundo.
EL segundo dijo:
- Yo creí que, en mi condición de religioso, era uno de los elegidos.
El tercero dijo:
- Yo me creí capaz de enseñar.
El cuarto dijo:
- Mi vanidad fue mayor que todas ésas, pues creí que podía aprender.
El sabio observó:
- La vanidad del cuarto discípulo sigue siendo la mayor: la vanidad de mostrar que en un tiempo tuvo la máxima vanidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario