Es habitual entre las personas con un alto sentimiento romántico la tendencia a creer en el amor a primera vista. Ven a alguien que nos atrae, y enseguida llegamos a la conclusión de que nos hemos enamorado, que en la otra persona se despertará unos sentimientos y sensaciones equivalentes, y eso es el comienzo de una bella historia que durará para siempre, como en los cuentos de hadas. La realidad suele ser un poco distinta en muchas ocasiones.
Existe la atracción a primera vista, una atracción (física, intelectual, emocional etc.), un enamoramiento. Surgen ganas de acercarnos, de acompañar, de conocer a esa persona que logra un efecto tan mágico en nosotros, con la esperanza de que les suceda lo mismo, mágicamente.
Yo creo que el amor lleva tiempo, va creciendo y asentándose con el correr de los meses y de los años. Un “te amo” al comienzo de una relación no es otra otra cosa que una expresión de deseos que, en mi opinión, significa, en realidad, “me encantaría que esta relación prospere”.
La gente que se enamora continuamente (y se desilusiona permanentemente) tiende a fantasear conque la atracción que experimenta es amor y que esa sensación tan agradable perdurará en el tiempo. En unos casos ello lleva a una relación estable, y otros que quedan solo en intenciones y una linda coincidencia en el camino. Es importante no forzar situaciones y dejar fluir la comunicación y la situación. Lo que deba ser, será, pero si se presiona para que nuestros deseos se transformen en realidad y ese amor sí o sí prospere, no sabremos si esa persona es realmente para nosotros, ya que no la veremos tal cual es.
¡Hay que tener cuidado con los espejismos! Es hermoso sentirse atraído por alguien, conocerlo, tener mariposas en el estómago, estar pendientes del teléfono para ver si llama o si nos ha enviado un mensaje. Pero el amor, el verdadero amor, es otra cosa...
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