- ¿Que tal viene el algodón?
- “Aquí no se da”. Respondió quejoso.
- ¿Y que tal las frutillas?
- “Aquí no se dan”. ¡Es una lastima! – Agrego.
- ¿Y los tomates?
- “No, aquí no se dan”. Contesto en el mismo tono.
- ¿Qué extraño! Respondio sorprendido el interlocutor, porque del otro lado de la costa, enfrente mismo de sus tierras, he visto abundantes plantaciones de algodón, frutillas y tomates.
- Ah, si… conozco el hecho. Explicó el hombre del campo, pero allá, es que los cultivan.
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