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miércoles, 29 de octubre de 2014

LA SOPA DE PIEDRAS

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Hubo una vez hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura.

Los soldados de un ejército invadieron un pueblito, aposentándose allí; y como sus habitantes se negaban a darles alimento, los soldados un día proclamaron que iban a hacer una sopa de piedras.
¿¡Una sopa de piedras!? –exclamó sorprendido el pueblo-. El anuncio causó conmoción.

Los soldados, sin preocuparse por lo que allí se decía, cogieron una marmita y unas cuantas piedras; las lavaron y las echaron al recipiente que pusieron sobre un fuego, añadiendo un poco de agua.


El agua comenzó a hervir. “¿Podemos probar la sopa?”, preguntaron impacientes alguno de los lugareños que allí se encontraba. “¡Calma, calma!” dijo uno de los soldados, la probó y dijo: “Mmmm…¡qué buena, pero le falta un poco de sal!”, a lo que respondió el hombre del pueblo que deseaba probar aquella especie de guiso “En mi casa tengo un hueso de jamón”, y salió corriendo por el. Trajo el hueso y lo echaron a la olla.

Al poco tiempo otro soldado volvió a probar la sopa y dijo: “Mmmm… ¡Qué rica!, pero le falta un poco de tomate”. Entonces uno de los chicos fue a buscar unos tomates y los trajo enseguida. Y así sucesivamente varios de los lugareños fueron trayendo cosas: patatas, zanahorias, coliflor… La olla se llenó. Los soldados removieron una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probaron y alguno exclamó: Mmmm… ¡¡¡Es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida!!!

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