Una serie de pensamientos cruzaron mi cabeza: amigos que se preocupan por cosas que todavía no han sucedido, conocidos que saben llenar cada minuto de sus vidas con tareas que me parecen absurdas, conversaciones sin sentido, largas llamadas para no decir nada importante. Ya he visto a mis directores inventando trabajo para justificar su cargo, o a trabajadores que sienten miedo porque no les ha sido entregado nada importante para hacer ese día y eso puede significar que ya no son útiles. Mi mujer que se tortura porque mi hijo se ha divorciado, mi hijo que se tortura porque mi nieto ha sacado notas bajas en el colegio, mi nieto que se muere de miedo por poner triste a sus padres, aunque todos sepamos que esas notas no son tan importantes…
Me interné en una larga y difícil lucha conmigo mismo para no levantarme de allí. Poco a poco, la ansiedad fue dando paso a la contemplación, y empecé a escuchar mi alma, o intuición, o emociones primitivas, según en lo que crea usted. Sea lo que sea, esa parte de mí estaba ansiosa por hablar, pero siempre estoy ocupado.
La Bruja de Portobello
P. Coelho