Un día un caminante andaba perdido por el campo, estaba muy preocupado porque era muy tarde y no recordaba por donde era su casa, entonces escuchó que alguien sollozaba y sollozaba, – ¿de dónde vendrá aquel llanto? – se preguntaba y entonces, fijó su mirada hacia abajo.
Caminante: Ah, eras Tú piedrecilla, dime ¿Por qué lloras?
Piedrecilla: Porque nadie me quiere y todos me ignoran.
Caminante: Por qué dices esas cosas tan feas piedrecilla.
Piedrecilla: Porque dicen que soy muy duro y frio, amorfo o sin forma, que ando haciendo caer a las personas, y que además…y que además no tengo sentimientos y que soy indiferente con los demás.
Caminante: Pero piedrecilla no tienes por qué estar triste por eso que dicen los demás, ¿acaso no te quieres?
Piedrecilla: Si me quiero pero..pero ellos dicen eso y me duele mucho.
Caminante: Mira piedrecilla si dices que te duele es que si tienes sentimientos, es una gran virtud.
Piedrecilla: ¿Una virtud?
Caminante: Es cuando uno posee una gran cualidad y tú tienes muchas piedrecilla.
Piedrecilla: ¿Cómo cuales? Podrías decírmelo por favor.
Caminante: Si eres dura es porque eres muy fuerte y resistente.
Piedrecilla: Si verdad, no me había dado cuenta, cuéntame más caminante por favor, por favor.
Caminante: Está bien pero con calma. Si eres fría es porque el calor mas fuerte no te puede derretir, si eres amorfa es que eres diferente a los demás, si haces caer a las personas es que eso le ayuda a levantarse con mas energía y no eres para nada indiferente sino no te hubiese importado lo que digan los demás.
Piedrecilla: ¿Por qué?
Caminante: Porque el indiferente es aquella persona que no presta atención a los pensamientos y sentimientos de los demás y por lo que he escuchado tu has prestado atención a los pensamientos y sentimientos de aquellas personas.
Piedrecilla: ¡Si es verdad! Entonces si tengo muchas virtudes. Gracias caminante ya no voy a llorar mas, me has ayudado mucho te lo agradezco.
Entonces la piedrecilla dejo de sollozar, pero antes de dejar al caminante y hizo un último favor, se le puso en su camino y el Caminante tropezó y en ese instante como por arte de magia el caminante dijo: “ah, ya me acorde por donde era mi hogar, si no me hubiese tropezado tal vez no me acordaría, gracias piedrecilla” Y así fue como termino todo, la piedrecilla contenta y el caminante en su hogar.
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