En una ocasión, un hombre que caminaba por el bosque, se topó con un feroz tigre. Corrió, pero pronto se encontró frente a un gran acantilado. Desesperado por salvarse, trepó por una parra y se quedó colgado sobre el fatal precipicio. Mientras estaba colgado, aparecieron dos ratones por un agujero y comenzaron a roer la parra. De pronto vio un racimo de uvas colgando de la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban realmente deliciosas!
Hay momentos en la vida que nos generan gran tensión y angustia, incluso ansiedad. Hoy en día es difícil que nos persiga un tigre, pero tenemos otro tipo de amenazas sobre todo desde el ámbito social y emocional. El pago de hipotecas, el estrés laboral, los hijos, problemas económicos... En determinados momentos, no encontramos una solución, lo cual hace aumentar la ansiedad y ello nos impide razonar con claridad aumentando nuestra desazón. Es en ese momento cuando hemos de desviar nuestra atención. Salirnos del o los problemas disfrutar de otras cosas, porque la tensión en exceso es totalmente innecesaria, además de perjudicial. Por ello cuando desviamos la atención hacia otra actividad más relajante, conseguimos que nuestra mente descanse, se estabilice y así limitaremos ese sufrimiento innecesario y tendremos más capacidad para pensar correctamente. La moraleja es pues, no sirve de nada el sufrimiento, evitemoslo desviando nuestra atención con el fin de relajarnos, de conseguir mayor claridad en nuestro entendimiento...