Relax

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sábado, 30 de marzo de 2013

LA DISCUSION







Una vieja tradición permite que un buscador pase la noche en un templo siempre y cuando derrote a un religioso en una discusión sobre espiritualidad.

En un lejano templo vivían dos hermanos, ambos religiosos. El mayor podría considerarse como un sabio mientras que el menor, siendo algo tonto, había perdido un ojo en su infancia. Una noche llega un buscador que, deseoso de hospedarse, pide tener una discusión sobre espiritualidad. El hermano mayor estaba cansado, así que permite que su hermano menor tome su lugar.

Al poco rato, el buscador se retira del templo, no sin antes decirle al religioso que había sido derrotado por su brillante hermano.

- Cuéntame la discusión, por favor – requirió el religioso.

- Muy bien – contestó el buscador. Primero levanté un dedo representando a Dios. Su hermano levantó dos dedos, representando a Dios y sus enseñanzas. Yo le enseñé tres dedos, simbolizando a Dios, sus enseñanzas y sus discípulos viviendo en armonía. Luego su hermano cerró con fuerza su puño y lo acercó a mi rostro, dando a entender que todo eso proviene de un solo Entendimiento. Así ganó la discusión y yo no puedo pasar la noche aquí.

Momentos después, el hermano menor aparece persiguiendo desesperadamente al buscador.

- Entiendo que ganaste el debate – exclamó el hermano mayor

- ¡Yo no gané nada! ¡Quiero destrozarlo!

- Cuéntame la discusión, por favor.

- Muy bien – contestó el hermano menor. Primero levantó un dedo burlándose de mi único ojo. Como era un buscador, pensé que sería bueno felicitarlo porque él tiene dos, así que levanté dos dedos. Luego y de manera muy impropia, el buscador me mostró tres dedos, dando a entender que entre los dos sólo teníamos tres ojos. Esto me enfureció y le mostré mi puño para pegarle pero salió corriendo.

sábado, 16 de marzo de 2013

NI TU, NI YO, SOMOS LOS MISMOS...






Buda fue el hombre más despierto de su época. Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y desarrolló la benevolencia y la compasión. Entre sus primos, se encontraba el perverso Devadatta, siempre celoso del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dispuesto a matarlo.
Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente cuando Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. Buda se dio cuenta de lo sucedido permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Devadatta preguntó:
- ¿No estás enfadado, primo?
- No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
- ¿ Y por qué no estás enfadado, si sabes que te he querido matar?
Y el Buda dijo:
- Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada. Para el que sabe ver todo es transitorio, para el que sabe amar, todo es perdonable.

jueves, 14 de marzo de 2013

EL ERROR AJENO







Erase una vez una posada llamada "La Estrella de Plata".

Su dueño hacía todo cuanto podía por su clientela. Se esforzaba por  hacer de su posada un lugar confortable, por atender cordialmente a los clientes y cobrar precios razonables. Sin embargo, el dinero no alcanzaba.

Desesperado, acudió a un sabio. Éste, tras escuchar su sincera preocupación, le dijo:
- La forma en que puedes revertir esta situación es muy sencilla. Cámbiale el nombre a la posada.

-  ¡Imposible! - dijo el posadero. ¡Se ha llamado "La Estrella de Plata" durante generaciones, y así la conoce todo el país!

El sabio continuó diciendo:
-  A partir de ahora debes llamarla "Las Cinco Campanas".

-  ¿Las cinco campanas?  -preguntó sorprendido el dueño-. ¿Qué clase de nombre es ese?

El sabio prosiguió con sus instrucciones:
-  Debes, además, colgar seis campanas en la entrada.

- ¿Seis campanas? ¡Eso es absurdo! ¿Para qué va a servir?

El sabio no dijo nada más.

Eran tan pobres y débiles las esperanzas que tenía, que el posadero decidió hacer exactamente lo pedido por el sabio.

Y esto fue lo que sucedió…

No había ningún viajero que, al pasar por delante de la posada, resistiera la tentación de hacer notar el terrible error que el dueño de la posada había cometido. ¡Llamar a un lugar “Las Cinco Campanas” y colgar seis en la entrada era una garrafal equivocación que no podía pasarse por alto!

Una vez que el viajero ingresaba al lugar, quedaba tan impresionado por la cordialidad, calidez y esmerado servicio, que decidía alojarse en la posada. 

Y así fue cómo con el tiempo, el dueño consiguió saldar todas sus deudas y ahorrar una pequeña fortuna, recordando siempre que no hay nada que le brinde tanto placer al ego como corregir los errores de los demás.



sábado, 9 de marzo de 2013

EL AGUILA








Un buen hombre encontró un huevo abandonado y por su forma y tamaño dedujo que se trataba de un águila. Como no tenía donde protegerlo, la alternativa más simple fue cobijarlo en un improvisado nido de un gallinero.

Poco tiempo después, un águila nació y creció con una camada de gallinas. Toda su vida el águila hizo lo mismo que las gallinas del corral, ya que se creía semejante a ellas. Arañaba la tierra en busca de gusanos e insectos. Cloqueaba y cacareaba. Y golpeaba sus alas para volar unos centímetros por el aire.

Los años pasaron y el águila fue envejeciendo. Un buen día contempló una magnífica ave surcando un cielo limpio de nubes. Volaba en graciosa majestuosidad en medio de poderosas corrientes de aire, casi sin batir sus fuertes alas doradas. La longeva águila miró hacia arriba con un profundo respeto.

¿Qué es eso? – preguntó

Eso es un águila – le contesto alguien del corral. Pertenece al cielo. Pero nosotras pertenecemos a la tierra porque somos gallinas.

Así fue que un águila vivió y murió como gallina porque eso es lo que ella pensaba que era.