En China existe una especie de bambú que requiere de mucha paciencia. Al año de haber sembrado su semilla no existe ninguna seña de su germinación. Al segundo año, cuando estás listo para verlo brotar, sigue sin asomar ni un solo tallito. Al tercer año, pasa lo mismo, y empiezas a dudar del lugar donde lo sembraste y de cómo lo plantaste. Para el cuarto año, las esperanzas están bastante perdidas ya que todavía no hay rastro de vida. Entonces, en el quinto año, cuando has perdido toda esperanza y te has olvidado completamente de él, de un día para otro, aparecen raíces, tallos y ramas que salen como por encanto. ¡En tan sólo unos meses tienes un frondoso bambú lleno de vida y esplendor con una altura que alcanza una casa de dos pisos!".
De la misma manera que al bambú, les sucede a muchas personas… vivimos llenos de expectativas y sueños, pero pasa un año, otro, y varios más, sin que hagamos algo concreto para conseguirlos. Generalmente pensamos que necesitamos muchas cosas y mejores condiciones para comenzar a vivir la vida que queremos, decimos: "cuando tenga un buen trabajo", "cuando me asciendan", "cuando me case", "cuando nazcan los hijos", "cuando se casen", "cuando termine de pagar la casa", "cuando tenga mi negocio propio"… y así, pasa el tiempo sin que experimentemos la sensación de tener una existencia plena. Queremos prolongar la vida hasta que al fin llegue el día en que tengamos las condiciones materiales para empezar a ser nosotros mismos, para disfrutar de todo y para ser felices.
No desperdicies tu tiempo en cosas que no valen la pena, revisa tus prioridades y comienza a vivir dándole importancia a las que sí la tienen. ¿Cómo? Comienza por estar más tiempo con lo que amas: tu pareja, tu familia, tus amigos, las mascotas, tus plantas, los deportes, la lectura… con todo aquello que disfrutes y enriquezca esencialmente tu vida.
Exprésales tu afecto a todas las personas que amas en cada oportunidad que tengas. Haz que se sientan especiales y queridas por ti… así, te recordarán no por lo que les diste, sino por cómo los hiciste sentir.
Comparte alegría, optimismo, entusiasmo y confianza con todo el que te tropieces. Sonríe, mira a los ojos, saluda, sé amable, di siempre algo positivo, interésate en las historias personales de los demás. La gente que siempre se queja, critica o discute, se queda sola.
Muéstrate dispuesto a aprender o a hacer cosas nuevas, ¿qué tal un nuevo programa de la computadora, otro trabajo, artes manuales, aprender a bailar?
Siente pasión por lo que haces. Si es tu trabajo, enséñales a otros, brinda asesoría y presta servicio a quien lo necesite, aunque no te pague. La vida es demasiado corta para encerrarnos a cuidar un lugar seguro, buscar la aprobación o dejar pasar el tiempo sin hacer algo constructivo. Vive con intensidad. "La vida no se mide por los momentos de descanso sino por los momentos que nos roban el aliento".
Ríe tanto como puedas, hazlo fuerte y por largo tiempo. Ríe hasta quedarte sin aire y contagia a los otros con tu risa, y si no tienes una buena razón para hacerlo… entonces sonríe con más fuerza, nada es lo suficientemente grave para no enfrentarlo con una sonrisa.
Cuando necesites llorar… llora. Las lágrimas son el descanso del alma, desahógate, vive tu duelo si fuese necesario, pero, luego, levántate y sigue adelante, sin resentimiento, ni tristeza.
Busca a tus amigos, pero si no están disponibles en el momento en que los necesitas, no te sientas solo, pues nunca lo estarás si te tienes a ti. El único que te acompañará toda la vida serás tú mismo.
Siéntete agradecido con todo lo que la vida te ha dado. Da las gracias por lo que tienes, por las bendiciones, por el tiempo vivido, por los tuyos. Disfruta plenamente de lo que tienes sin esperar que te den más, o querer quitarles a los otros lo que tienen.
Pasa la pagina con valor, voluntad y determinación. Deja el pasado atrás y sólo entra en él para reconocer y disculparte por los errores cometidos, para reparar las ofensas, valorar lo recibido y dejar ir el resto.
Sé autentico, honesto contigo mismo y con los demás. Muéstrate solidario, ayuda siempre a quien lo necesite sin esperar recibir nada a cambio.
Disfruta de tu salud. Si es buena, camina para conservarla, y si no lo es tanto, camina para recuperarla.
Apóyate en tu Dios, no importa la concepción que tengas de Él, recuerda que siempre conspira para ayudarte. Reconoce en ti esa misma esencia divina.