Reflexiones sobre la vida humana y sus vicisitudes. Moralejas y lecciones de las que todos podemos aprender. Sobre la importancia de vivir el momento y tener la lucidez suficiente para saber disfrutarlo
Relax
viernes, 27 de agosto de 2010
El Mayor de los Tesoros
Como hacía mucho tiempo que no conversaba con alguien, se aproximó al pensativo mercader diciéndole:
«Buen amigo, ¡salud! pareces muy preocupado. ¿Puedo ayudarte en algo?»
«¡Ay!», respondió el árabe con tristeza, «estoy muy afligido porque acabo de perder la más preciosa de las joyas».
«¡Bah!», respondió el inglés, «la pérdida de una joya no debe ser gran cosa para ti que llevas tesoros sobre tus camellos, y te será fácil reponerla».
«¡¿Reponerla?!... ¡¿Reponerla?!», exclamó el árabe. «Bien se ve que no conoces el valor de mi pérdida».
«¿Qué joya es, pues?», preguntó el viajero.
«Era una joya», le respondió el mercader, «como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del Tiempo.
Adornábanla veinticuatro brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban sesenta más pequeños. Ya ves que tengo razón al decir que joya igual no podrá reproducirse jamás».
«A fe mía», dijo el inglés, «tu joya debía ser preciosa". Pero, ¿no crees que con mucho dinero pueda hacerse otra igual?»
«La joya perdida», respondió el árabe, volviendo a quedar pensativo, «era un día, y un día que se pierde ... no vuelve a encontrarse».
sábado, 14 de agosto de 2010
Lakshmi y Saraswati
Cuenta una antigua historia Védica que un joven salió en busca de la Abundancia. Por muchos meses anduvo por los campos, hasta que un día se internó en un bosque donde encontró un maestro espiritual al que preguntó si conocía el secreto para obtener riqueza y prosperidad.
El maestro le contestó: "en el corazón de cada ser humano residen dos diosas, una es Lakshmi, la diosa de la riqueza, es generosa y bella, si tú la veneras, te prodigará con tesoros y riquezas, pero también es celosa, puede retirarte su apoyo sin prevenírtelo. La otra diosa es Saraswati, la disoa de la sabiduría. Si tú la veneras y te dedicas a alcanzar la sabiduría, Lakshmi se pondrá celosa y te prestará mayor atención. Mientras más busques la sabiduría, Lakshmi te perseguirá más intensamente".
Mientras más gente dedica su vida a la persecución de Lakshmi -dinero, mansiones, autos de lujo y otros símbolos de riqueza-, la verdadera abundacia, no es conseguir todo lo que el ego desea en un tiempo dado, es más bien saber quién eres tú realmente que es: pura consciencia, pura potencialidad. Tu sentido de ser se expande más allá de tu identificación con tu cuerpo físico o tu mente y despiertas a tu naturaleza esencial espiritual. En este estado de conscienca expandida, te deshaces de creencias limitantes y miedos, permitiendo al infinito campo de inteligencia llenar sin esfuerzo, tus deseos y deseos.
Hoy por hoy en nuestro ambiente económico, la hipnosis masiva de escasez y miedo puede llegar a ser irresistible. En lugar de agotar tu energía mental con preocupaciones, dirígela a cultivar riqueza espiritual y entusiasmo y a alcanzar tu verdadero potencial. Una manera de obtenerlo es meditando, conectándote con tu verdadera naturaleza...
La abundancia puede llegar en forma de amistades, sabiduría, dinero, expresión creatriva, buena salud, relaciones amorosas, energía mental y entusiasmo, paz mental e infinidad de otras maneras. Pero, de cualquier manera que la riqueza se manifieste, el hecho es que estos efectos son el resultado espontáneo de tu despertar espiritual; ellos no son buscados por sí mismos, si no son más bien el verdadero regalo que te da la vida: la manifestación de tu divinidad interna.
miércoles, 11 de agosto de 2010
Libertad
En muchas ocasiones la libertad no es más que espejismo. Nos creemos libres de actuar en un sentido o en otro, y no nos damos cuenta de que "quién decide" en muchas ocasiones es "otro", a través de sutiles mecanismos. El estar libre de atadura, a parte de ser muy difícil en la sociedad actual, siempre conlleva un precio...
- ¿De donde vienes que estás tan lucido? ¿Qué comes para estar de tan buena apariencia? Yo, que soy más fuerte, me muero de hambre.Un lobo flaco y hambriento, encontró por casualidad a un perro bien nutrido. Luego de detenerse para cambiar el saludo, preguntó el lobo:
- Igual fortuna tendrías que yo -respondió el perro simplemente-, si quisieras prestar a mi amo los mismos servicios que yo le presto.
- ¿Qué servicios son estos? - pregunto el lobo.
- Guardar su puerta y defender de noche su casa contra los ladrones.
- Bien: estoy dispuesto; ahora sufro las lluvias y las nieves en los bosques arrastrando una vida miserable. Cuanto más fácil me sería vivir bajo techado y saciarme tranquilo con abundante comida!
- Pues bien -dijo el perro-, ven conmigo.
Mientras caminaban, vio el lobo el cuello pelado del perro por causa de la cadena.
- Dime, amigo - le dijo- De donde viene eso?
- No es nada.
- Dímelo, sin embargo, te lo suplico.
- Como les parezco demasiado inquieto -repuso el perro- me atan de día para que duerma cuando hay luz y vigile cuando llega la noche. Al caer el crepúsculo ando errante por donde me parece. Me traen el pan sin que yo lo pida; el amo me da los huesos de su propia mesa; los criados me dan los restos y las salsas que ya nadie quiere.
De modo que, sin trabajo, se llena mi barriga.
- Pero si deseas salir y marcharte donde quieras, ¿te lo permiten?
- No, eso no - dijo el perro.
- Pues entonces - contestó el lobo- goza tú de esos bienes, “estimado” perro; porque yo no quisiera ser rey a condición de no ser libre
¿Tú que eliges? ....viernes, 6 de agosto de 2010
El Amor y la Locura
Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando el aburrimiento bostezaba por tercera vez, la locura como siempre tan loca propuso: Vamos a jugar a los escondidos. La intriga levantó el ceño extrañada y la curiosidad sin poder contenerse preguntó:
¿A los escondidos? ¿Y eso cómo es?
Es un juego, explicó la locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando ya haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego. El entusiasmo bailó secundado por la euforia y la alegría dio tantos saltos que terminó de convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? Si al final siempre la hallaban, y la soberbia pensó que era un juego muy tonto, en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella, y la cobardía prefirió no arriesgarse.
Uno, dos y tres, empezó a contar la locura.
La primera en esconderse fue la pereza que como siempre, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se encontró tras la sombra del triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si un lago cristalino para la belleza; que si la hendija de un árbol: perfecto para la timidez; que si el vuelo de una mariposa: lo mejor para la voluptuosidad, que si una ráfaga de viento: magnífico para la libertad, y así terminó en ocultarse en un rayito de sol.
El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero solo para el. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris, y la pasión y el deseo en el cuarto de los volcanes. El olvido, se me olvidó donde se escondió, pero, eso no es lo importante, Cuando la locura estaba contando 999.999, el amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo estaba ocupado, hasta que al fin divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
Un millón contó la locura y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la pereza solo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre zoología y a la pasión y el deseo las sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. El egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió de su escondite, resultó ser un nido de avispas.
De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió la belleza, y con la duda resultó todavía más fácil, la encontró sentada cerca sin decidir aun de que lado esconderse.
Así fue encontando a todos. El talento, entre la hierba fresca, a la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del arco iris, mentira si estaba en el fondo de los océanos, y hasta encontró al olvido, ya se le había olvidado que estaba jugando a los escondidos.
Pero solo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas, y cuando estaba por darse por vencido divisó un rosal, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos del amor. La locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo, Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a los escondidos en la tierra: El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
lunes, 2 de agosto de 2010
El Árbol de los Problemas
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invito a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazo a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.
Posteriormente me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol,sentí curiosidad y le pregunte acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
"Oh, ese es mi árbol de problemas", contesto.
"Se que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura:los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez".
"Lo divertido es", dijo sonriendo, "que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".